20 sept 2004

Valdepuñetas

Me dice E., creo que voy a empezar a llamar a la gente por su nombre, que apenas sale en este cuaderno y que le gustaría aparecer con más asiduidad. Le intento explicar que uno suele escribir de las cosas que más le obsesionan y, muy a pesar mío, a lo que más le doy vueltas últimamente es al trabajo. Intentaré evitarlo lo más posible en siguientes mensajes.

Este fin de semana dejé a Esther sin mi presencia durante 24 horas aproximadamente. Me reclamaba el gusanillo de ver a mis queridos amigos decorados, ese grupete de chicos y chicas que giran alrededor del proyecto musical conocido como Decora.

Esther no quiso venir porque se había pasado todo la semana en Granada en un festival de astrofísicos juerguistas, que se saltaban conferencias con la misma soltura con que yo pasaba de las clases en la facultad. Debe ser que ellos no pasaron tantas horas como yo en el césped y en la cafetería en mis tiempos mozos y ahora quieren aprovechar el momento. Carpe Diem.

Así que ella se quedó en la city, mientras yo viajaba con Luis a Valdepeñas. Por cierto, a Esther no se le ocurrió otra cosa que cenar el sábado con Eduardo, el de los muertos, y pasar toda la velada hablando de sexo... y luego dicen que los hombres somos celosos...

En fin, yo fui con Luis en el buga de su padre hasta Valdepuñetas con paradita brevísima en Almagro, pueblecito que debe tener un encanto de los que embelesan, aunque yo aún no puedo afirmarlo con rotundidad porque aquello fue visto y no visto.

Allí en Almagro nos encontramos con las chicas, Isabel y Ana, las dos musas de dos miembros decorados, en concreto de Carlos y Sergio, respectivamente. Estaban bien acompañadas por tres muchachas que sabían mucho de niños con problemas de adaptación, pero no quise preguntarles si lo mío, eso de ser huraño tantas horas, era debido a un trauma o quizá era voluntario.

En fin, llegamos a Valdepuñetas, nos encontramos a los chicos decorados, a los hay que sumar a David y el nuevo miembro, el batería Luisma. Como no podía ser de otra forma, aquello era un follón de no te menees. El escenario lo habían montado en mitad de un cruce y por lo que me contaron hasta bien entrada la tarde allí pasaban coches y había unos bonitos y grandes contenedores de basura. A los chicos les dijeron que iban a tocar media hora en el último momento después de llevar unas cuantas semanas ensayando para una hora.

En fin, los Decora estaban bastante cabreadillos y había otros tres grupos con la prueba de sonido, yo intenté molestar lo menos posible viendo cómo un tipejo que no levantaba dos palmos del suelo intentaba imitar a Liam Gallagher con penoso resultado. Cuando salió a cantar más tarde incluso se llevó su birra para tener más pose...

Los chicos salieron los segundos y estaban bastante nerviosos. Por lo visto, no les salieron muy bien las cosas, aunque yo no me enteré demasiado. Eso sí, no tocaron ni una sola de las antiguas, algo que supongo no ocurrirá siempre porque había algunas muy buenas. No podría hacer una crítica muy neutral porque me pasé la mitad del concierto buscando buenos ángulos para hacer fotos y esas cosas...

Luego, pues nada, estuvimos hasta las seis de la mañana de cervezas y lo más destacado de la noche fue una conversación de hombres entre Carlos, Luis y yo, en la que dimos un buen repaso a nuestras respectivas, a los suegros y al futuro parejil que nos espera, y también ver a Luisma haciéndose pasar por un drogata. Menudo crá de la actuación.

El domingo fue bastante cansado, aunque E. me rescató a partir de las siete con sus cuidados milagrosos y dulces besos.

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