Impasible, miró las consecuencias de su último acto. Los
libros, desparramados por el suelo, inermes como los cuerpos caídos en la batalla. Las piezas de porcelana del
jarrón esparcidas por doquier, algunos trozos grandes, otros prácticamente minúsculos. La
mesa de cristal agrietada como la tierra seca.
Para lograr aquello no había necesitado mover sus brazos o sus manos, que siempre permanecieron inmóviles, pegados a su cuperpo.
Bastó con golpear el aire con su garganta. Un mínimo esfuerzo para un resultado tan visible.
Bastó con decir: "Ya no te quiero".
2 comentarios:
¡Olé!... pero, Dios, qué amargo.
Por cierto, ¿el cuadro es de Hopper, verdad?.
Un poco amargo. Pero bueno, es sólo ficción.
Efectivamente, acertaste con el cuadro. Es uno de mis autores preferidos. El del post anterior también es de Hopper.
Publicar un comentario