Zeus era un mujeriego. En eso todos los escritos están de acuerdo. Y es que los dioses griegos jamás tuvieron que dar ejemplos de moralidad. Zeus, además de mujeriego, era un poco tramposo y es que nunca tuvo inconveniente en utilizar ardides sólo al alcance de un dios para acostarse con las atractivas mujeres que deseaba.
En una de sus aventuras, Zeus se aprovechó la ausencia del marido de
Alcmena para poder poseerla. El dios se hizo pasar por el marido y para prolongar el tiempo con ella mandó que el Sol se retrasara aquella noche.
Como resultado del encuentro, Alcmena tuvo un hijo:
Heracles -o Hércules para los amigos romanos-. Para Zeus, Hércules, un semidios, siempre fue su favorito, lo que provocó unos terribles celos a
Hera, su esposa. Como sabéis, Hera siempre estuvo intentando fastidiarle, así que cuando tan sólo era un bebé de ocho meses le envió dos serpiente para asesinarlo, pero el niño supo deshacerse de ellas sin problemas.
Fue además la causante de que el semidios tuviera que hacer frente a los conocidos doce trabajos.
En cualquier caso, lo que nos interesa ahora es que existía el requisito de que Heracles sólo sería inmortal
si mamaba de Hera y estaba bastante claro que ella no lo iba a consentir así como así.

En este momento es cuando las fuentes divergen, con al menos tres diferentes versiones. La primera es que la que cuenta que
Hermes, el mensajero de los dioses, puso al niño Hércules en el regazo de Hera mientras ella dormía y lo colocó junto a unos de sus pechos para que mamara. Cuando Hera se despertó retiró bruscamente al niño y la leche siguió manando, se esparció por el Universo y formó la Vía Láctea.
Otra versión -para mi gusto, menos verosímil- relata que Hera paseaba con Atenea cuando vieron al niño en la hierba. Atenea convenció a la diosa para que lo amamantara, sin saber que era Heracles. Finalmente, Hera accedió, pero de pronto Heracles succionó con tanta violencia que hizo daño a la diosa. Hera lo apartó de su pecho rápidamente y la leche siguió fluyendo hasta dar lugar a la Vía Láctea.
En la versión que recoge los cuadros de Tintoretto y Rubens, fue el propio Zeus quien convención a Hera para que diera de mamar a Heracles.